POEMAS

Soñadores os comparto los poemas que nuestros poetas comparten en el grupo .

Adoro.
Adoro los años que han curtido mi vida,
las heridas en el alma,
las noches de insomnio,...
los apriscos consagrados,
los latidos malogrados,
las traiciones desmedidas
que desangraron mis años.

Adoro cada hilo de plata en mi escasa cabellera,
los que cayeron sufriendo,
los que me han hecho más viejo,
los que recuerdan las risas,
los que nacieron del miedo.
Adoro mi vida toda, aun cuando ha sido dura,
me ha mostrado los caminos,
me ha colmado de razones,
me ha mostrado que ahora amo
y que es real, es divino.
Ahora adoro tu vida, tus miedos y tus caricias,
tus territorios marcados,
tu voz de niña emocionada,
tus derrotas, tus victorias, tus dolores
son los míos;
tus besos, tus despedidas… y tus regresos
son míos.
Adoro tenerte siempre sin importarnos el mundo,
haber enfrentado la noche,
haber conquistado la aurora;
haber entendido que amor
se escribe con nuestros nombres.
Tomás G. Coya
D.A.R.



HERMOSURA INEXPUGNABLE
Eres inexpugnablemente
bella.
La vida te corroe, aquí y allá....
Entonces,
porqué este latifundio
de amargura,
porqué este poso de tiniebla
en el iris tenaz de esa mirada
entre las sombras,
esperanza del sueño,
respuesta que nadie sabe,
hermosura de la pureza,
inexpugnable alma de mujer
amada,
deseo de la simiente profunda,
interrogante deseado,
inexpugnablemente amor,
hembra del viento, deseo
que amanece en otoño
y se desnuda en primavera,
amor mío, eres mi amor,
la arena
donde descansa mi espalda,
el latido de este alma enamorada.

FERNANDO NOVALBOS


Destinos.
No se dibujan los sueños más
que los temores de antaño.
Allí creciste,...
amamantaste anhelos,
atizaste fuego.

Y allanaste el corazón del niño para esperarlo
/hombre
Te posaste, colibrí,
donde el que yerra descansa.
De tus ojos de miel, entre cárdena viñeta
/un destello;
la luz de un tiempo que venció el ciclo.
El niño ya no es.
El ángel – la mujer – la que esperaba.
El trino ahora es canción,
melodía de cabellos encrespados,
de gruesos labios
y húmedos reflejos que sugieren,
que invitan al encuentro,
a dejar en ellos tanta espera.
El niño – Yo – ahora hombre.
/El ángel – Tú – ahora “Aurora”
Démosle un respiro a la vida,
y ahoguémonos en un beso.
© Tomás G. Coya

Bitácora de los labios
Tras el mar, ella habita con sus anatomías,
deltas, cataratas, ríos, montañas, llanuras,
afectos, defectos y esos labios, esos labios...
siempre tan sensuales.
Habito y deshabito en ella, que a veces te
expulsa, atrae, mima, roba, acaricia, asesina
o te suicida, pero siempre, siempre te atrae.
Yo, ando por ahí siguiendo rutas de
golondrinas animadas, la leo e intento
decodificar; vuelo mis retazos con sus
cicatrices deshilachadas, y luego
de haber transcurrido mucho tiempo tras el
mar y observar que en el mapa aparecen
tus límites como siempre, te siento lejana,
no pareces aquel refugio; nido refugio que
lo tengo extraviado.
Sospecho y sospecho, que hemos cambiado
tras el mar, al menos yo, que luzco un
estampado incompleto y tú, un desenfadado
impudor; pero esos labios, esos, y en esos
límites...

Miguel Ortega

Bitácora de los labios
Tras el mar, ella habita con sus anatomías,
deltas, cataratas, ríos, montañas, llanuras,
afectos, defectos y esos labios, esos labios...
siempre tan sensuales.
Habito y deshabito en ella, que a veces te
expulsa, atrae, mima, roba, acaricia, asesina
o te suicida, pero siempre, siempre te atrae.
Yo, ando por ahí siguiendo rutas de golondrinas animadas, la leo e intento decodificar; vuelo mis retazos con sus cicatrices deshilachadas, y luego
de haber transcurrido mucho tiempo tras el mar y observar que en el mapa aparecen tus límites como
siempre, te siento lejana, no pareces aquel refugio; nido refugio que lo tengo extraviado.
Sospecho y sospecho, que hemos cambiado
tras el mar, al menos yo, que luzco un estampado
incompleto y tú, un desfadado impudor; pero
esos labios, esos, en esos límites.

Miguel Ortega
























 

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